Mi primer taller con Joana fue uno de autocuidado. El lugar que eligió transmitía mucha calma. Recuerdo que esa fue mi primera vez que hacia danza africana y disfrute muchísimo. Era en un jardín y recuerdo como nos reíamos con las explicaciones de Joana, al tratarse de movimientos no habituales me relajo mucho la naturalidad con que lo explicaba. Joana es muy espontánea y tan cercana que enseguida consigue meterse en el bolsillo a los asistentes.
Tengo que decir que me sorprendieron sus conocimientos de yoga pues, habiendo asistido a clases durante años, ese día aprendí a hacer bien una postura de rotación, no puedo explicar lo feliz que eso me hizo sentir.
Pero quizás lo mejor para mí de esa jornada fue lo de los tratamientos. Por parejas, nos dimos suaves masajes siguiendo las indicaciones de Joana, nos daba a elegir las esencias que preferíamos y el resultado fue espectacular. Yo al menos salí de allí como flotando. Una experiencia que he vuelto a repetir en otras ocasiones y siempre han sido diferentes y de mucho disfrute. Un placer para los sentidos.